
Desde su nacimiento la DO Toro ha experimentado una
gran evolución tanto en la forma de elaborar sus vinos como en la calidad de
los mismos y se ha convertido en una zona emergente con mucho futuro y
proyección. El número de bodegas se ha triplicado en los últimos 15 años (ahora
mismo cuenta con 51 bodegas) y muchos de los recién llegados son importantes
grupos bodegueros de Rioja y Ribera del Duero. Es el caso de la familia Álvarez,
dueños de Vega Sicilia de Ribera del Duero, que han instalado sus Bodegas y
Viñedos Pintia, de la familia Eguren de la Rioja conocidos por su Sierra
Cantabria o San Vicente, que fundaron las Bodegas Numanthia y de la Bodega
Hijos de Antonio Barceló, conocidos por su Viña Mayor de Ribera del Duero. Pero
no hay que olvidarse de las bodegas históricas de Toro, como las Bodegas Fariña,
que han apostado por evolucionar y crecer, dando renombre a Toro.

Los vinos tintos se elaboran principalmente con la variedad Tinta de Toro, buscando siempre el grado de madurez necesario para obtener vinos donde el equilibrio de sus componentes redunden en la notable calidad de los vinos. La uva despalillada se encuba en depósitos donde fermentará en presencia de los hollejos durante un tiempo que dependerá del tipo de vino a obtener. Así los vinos jóvenes tendrán encubados más cortos y los vinos destinados a envejecimiento en barricas de roble bordelesas tendrán maceraciones más largas, extracción que la barrica domesticará con el paso del tiempo, potenciando la longevidad de los mismos. De esta uva se obtienen vinos de marcada personalidad, estructurados, frescos e intensos. Además tienen una elevada graduación alcohólica, que puede llegar a los 14 grados y un gran cuerpo, un aroma franco, un color intenso y una expresión amplia y equilibrada a su paso por boca. Pero su rasgo más notable es la fantástica astringencia que le confieren sus taninos.
Además, dadas las excepcionales condiciones climatológicas que hay en la zona, la variedad Tinta de Toro madura temprano, lo que hace que se den las condiciones perfectas para que las bodegas elaboren vinos por el sistema de maceración carbónica, fragantes, frescos y aromáticos, que se empiezan a comercializar a partir del mes de noviembre, dentro del mismo año de la recolección de la uva.

Pero en Toro no todo es tinto. La segunda variedad de
la denominación es la blanca malvasía, que ocupa 507 hectáreas y produce vinos
de color entre amarillo pálido y amarillo verdoso y una boca con un final
ligeramente amargoso. Todo ello sin olvidar los rosados, elaborados con tinta
de Toro y garnacha, mezclando ambas o como mono-varietales. De color rosáceo,
presentan notas de frutos rojos maduros y en la boca son carnosos y afrutados.
Me gustan mucho los vinos de Toro, por eso una de mis
primeras entradas de este blog profundizó en uno de los vinos estrella de la
zona, el Pintia de la familia Álvarez, aunque no es el único. Hay que destacar
también los vinos de las Bodegas Fariña (Primero, Colegiata, Gran Colegiata y
Dama de Toro), los de las Bodegas Numanthia (Numanthia, Termes y Termanthia),
los de las Bodegas Finca Anzil (Finca Anzil y Viña Mayor) o el de las Bodegas
Viñedos Maurodos (Viña San Román). Y seguro que hay muchos más y sobre todo los
habrá.
Disfrutad de su cuerpo, de su estructura, de su grado
alcohólico y de sus taninos.
Gracias Fernando, por la dedicación, una entrada muy interesante!
ResponderEliminarSe lo voy a enlazar a mi familia de procedencia Zamorana
Habrá que quedar a beberse unos variaditos de Toro!
Un abrazo!
Me alegro que te guste.
ResponderEliminarDame todas las ideas que quieras.
Un abrazo!!