Y por fin Petrovic
fichó por el Madrid y por arte de “birlí birloque” el madridismo, que lo había
odiado hasta la extenuación, lo convirtió en el mayor de sus ídolos y el
antimadridismo que lo había considerado un ídolo, pasó a odiarlo a muerte; los
que durante los años anteriores lo tachaban de provocador por sus gestos y
desplantes, ahora consideraban que su forma de ser era de lo más natural y
aquellos que habían festejado sus maneras, ahora lo etiquetaban como un
autentico provocador. La línea que separa el amor del odio es muy fina y, en
ocasiones, muy fácil de traspasar y eso es lo que ocurrió, atravesó esa línea con
un solo paso e hizo cambiar de parecer a todo el mundo baloncestístico de
España.
En cualquier caso,
sobre todo los madridistas, pero creo estar en lo cierto cuando digo que todo
español que amaba el baloncesto, que por aquel entonces éramos muchos, tuvimos
la gran suerte de poder ver a Petrovic en nuestro baloncesto, de verle en vivo
y en directo, de ver como se comportaba en la cancha, tanto cuando el balón
estaba en juego como cuando no lo estaba. Fuimos unos grandes privilegiados… ya
lo creo!!
Aquella temporada
1988-1989 fue apasionante y será recordada por la final de la Recopa más
impresionante de la historia. Un tal Oscar Schmidt anotó 44 puntos para su
equipo, el Caserta, pero no fueron suficientes ante los 62 puntos de Drazen
Petrovic para “su” Real Madrid. El Madrid ganó aquella final de Recopa por
117-113, pero las horas posteriores a esa victoria en el Madrid no se respiraba
buen ambiente. En el vuelo de vuelta a Madrid, el resto de los miembros del equipo
explotaron ya que no asimilaron bien que el título pareciera más de Petrovic
que de ellos, que del equipo. Y encabezando esa especie de rebelión estaba
Fernando Martín que puso de manifiesto que él y Drazen eran incompatibles a
pesar de ser muy parecidos: ambos eran líderes, ganadores, ganadores y
ganadores… y ambos, desgraciadamente perdieron la vida en un accidente de
coche.
Y aquella final fue
el inicio de la precipitada marcha de Drazen. En el verano de 1989, después de
proclamarse campeón de Europa con la mejor selección de Yugoslavia de todos los
tiempos, los rumores sobre la marcha de Petrovic a los Blazers de Portland iban
en aumento, hasta que finalmente se hicieron realidad y tal y como vino, se fue
y el madridismo se quedó totalmente desconcertado.
Al Madrid le fue
fatal sin Petrovic, pero tampoco le fue mucho mejor a Petrovic en Portland ya
que el equipo estaba formado por una gran plantilla: Porter, Drexler, Kersey,
Williams y Duckworth como quinteto y Cliff Robinson como sexto hombre, lo que
hacía que Rick Adelman, el entrenador de la franquicia de Oregon por aquél
entonces, no necesitara experimentar dando entrada a Drazen. De hecho, aquellos
Portland fueron finalistas aquella temporada y finalistas de conferencia la
siguiente, pero aun así, para los que amábamos el baloncesto en aquella época
fue muy duro ver al genio Petrovic “chupar banquillo” de aquella manera,
partido tras partido.
Sin embargo la
temporada siguiente, la 91-92, Drazen fue a parar a New Jersey, lo que para el
fue un alivio y ya fue una buena temporada. Además la remató con una
maravillosa e inolvidable plata olímpica con Croacia.
Pero la 92-93 fue
extraordinaria. Por fin los norteamericanos descubrieron al maravilloso jugador
al que los europeos llevábamos admirando casi diez años. Clyde Drexler se quejó
amargamente desde Portland: “cómo es posible que hayamos desaprovechado a un
jugador así en Portland teniéndolo en el banquillo durante dos años seguidos,
con lo bueno que es, con lo bien que nos habría venido contar con el… no me lo
explico”. El nivel de Drazen en esa temporada fue espectacular. Debió ser All
Star, pero incomprensiblemente no lo fue, jugó unos increíbles playoffs y al final fue escogido en el tercer mejor
quinteto de la NBA. Por fin, después de unos malos años Petrovic se había
convertido en una estrella de la NBA y era el líder indiscutible de los Nets, a
pesar de que aquellos Nets eran un equipo de egos complicados.
Y el verano de 1993 Petrovic
volvió a ser noticia. Se dejó querer por los todopoderosos equipos griegos que
estaban dispuestos a tirar la casa por la ventana para que volviera a Europa.
Tanto Panathinaikos como Olympiakos hicieron ofertas mareantes que los Nets no
estaban dispuestos a igualar, con lo que se aseguraba que Petrovic volvería de
inmediato a jugar en Europa. Mientras tanto Drazen estaba concentrado con su
selección preparando el Eurobasket de Alemania que se celebraría pocos días después.
Después de un amistoso prefirió volver a su lugar de concentración por su
cuenta, en su coche particular en vez de viajar con el equipo… Petrovic ha
muerto!!!!
Aquel negro 7 de
junio de 1993 Drazen Petrovic tenía
sólo 28 años. En condiciones normales podría haber jugado al baloncesto
a muy alto nivel 5 o 6 años más, en Europa o en Estados Unidos y nosotros
habríamos seguido disfrutando de su maravilloso
juego. No sabemos que pudo haber
sido y no fue, pero lo que sí sabemos es que aquel día fue un punto de
inflexión para el baloncesto (hay un baloncesto antes de Petrovic y un
baloncesto después de Petrovic) y nació un mito al que nunca olvidaremos y al
que seguiremos disfrutando mientras existan imágenes de él.
Gracias Drazen, los
que amamos el baloncesto nunca jamás te olvidaremos y desde luego, para mí,
siempre serás el mejor jugador de Europa de todos los tiempos. Y nada ni nadie
me puede hacer cambiar de opinión.
Queremos más.
ResponderEliminar¿Para cuándo la siguiente actualización?
Estimado Anónimo!!! Llevas mucha razón. No estoy dedicando tiempo al blog, pero en breve comenzaré a publicar asiduamente como lo hice hasta octubre de 2013. Muchas gracias por "querer mas", lo que quiere decir que lo que publico, al menos, es interesante. Me comprometo a publicar algo esta semana. Un saludo y gracias de nuevo!!!