Recuerdo vagamente que comencé a jugar al pádel
en Marbella, con mis amigos del verano, hace ya 18 años, allá por 1994. Al
principio sólo podíamos jugar allí y durante el período que duraban nuestras
vacaciones, ya que no existían pistas de pádel en ningún otro sitio de España.
Más adelante, en 1996, uno de mis amigos se compró una casa en Arturo Soria en
la que construyeron un par de pistas de pádel y a partir de ese momento pudimos
jugar todos los fines de semana. Qué gratos recuerdos.
De lo que sí me acuerdo perfectamente es que
desde que jugué por primera vez, el pádel me pareció un deporte apasionante.
Hoy soy un gran amante de este juego y procuro practicarlo un par de veces o
tres a la semana. Por supuesto me gustaría jugar mejor de lo que juego, pero
uno tiene sus limitaciones.
En 1969, Enrique Corcuera y García Pimentel, un importante y acaudalado empresario
mexicano, oriundo de Guadalajara (Jalisco), contratista del estado mexicano,
constructor hotelero y empresario azucarero, personaje habitual de la Jet Set
internacional, amigo personal de varias Casas Reales Europeas y de personajes
como Henry Kissinger o Plácido Domingo, poseía una finca en Acapulco que
disfrutaba junto a sus amigos y tuvo la idea de construir una cancha de tenis
de dimensiones más reducidas, copiando al Paddle Tennis (1898, USA) para
reducir el esfuerzo físico y poder disfrutar del juego ya que Corcuera era ya
un hombre adulto con ganas de aprovechar sus días de esparcimiento en su finca.
Se le ocurrió poner las paredes de fondo y utilizarlas dentro del juego como en
el Platform Tennis (1928, USA), más, las alambradas o paredes laterales para
evitar tener que buscar las pelotas perdidas dentro de los frondosos matorrales
casi selváticos que la rodeaban. Existe otra teoría que dice que no tenía
espacio para las dimensiones de una pista de tenis, con lo que se vió obligado
a crear una superficie de 200 metros cuadrados (20 X 10 metros) con dos paredes
de fondo con un mínimo de tres y un máximo de cuatro metros de altura, lo cual
parece algo anecdótico teniendo en cuenta su estatus económico.
En
1974 Alfonso de Hohenlohe viaja a México invitado por su amigo Enrique Corcuera y durante su estancia se interesa por la práctica del
nuevo deporte. A su a su regreso a España y tras estudiar y perfeccionar
algunos detalles de la pista y reglas de juego, construyó las dos primeras
canchas de España en el Marbella
Club. Así comenzó
a promocionar el pádel entre sus amigos de la Jet-set, quienes enseguida se aficionaron y en muy poco
tiempo consiguió atraer a figuras destacadas del tenis como Manolo
Santana, que
comenzó a organizar torneos y propagar el pádel por toda la Costa del Sol, donde varios clubes empezaron a construir sus propias pistas.
En
1975, un amigo de Alfonso de Hohenlohe y asiduo visitante de Marbella, el millonario argentino Julio Menditeguy es testigo del éxito del
pádel, y decide importar el deporte a Argentina, donde en pocos años obtuvo un
gran auge, convirtiéndose en uno de los deportes más practicados en este país.
Esto
fue solo el comienzo. El resto de la historia ya la conocemos todos. El pádel
ha tenido un éxito incomparable y en relativamente poco tiempo se ha extendido
por España, y por Argentina principalmente, como
la pólvora.
Desde
mi humilde punto de vista son varias las razones por las que el pádel ha tenido
tantísimo éxito, pero voy a destacar diez:
1.
Es
un deporte “fácil” que no requiere habilidades complejas para alcanzar un nivel
mínimo con el que ya se pueda disfrutar. Incluso uno mismo puede aprender,
mejor o peor, sin necesidad de recibir clases, sin necesidad de un monitor,
simplemente con el hecho de practicarlo.
2.
No
requiere una gran forma física para poder disfrutar del juego.
3.
Las
articulaciones sufren menos que en otros deportes.
4.
La
edad no es impedimento: el rango de edades que abarca a los practicantes de
pádel, tal vez sea el más amplio de todos los deportes más conocidos y
practicados.
5.
Es
muy divertido y dinámico y permite desconectar de los problemas del día a día.
6.
Disfrutas
del pádel aunque el partido esté descompensado.
7.
Tiene
también un componente social que lo hace muy atractivo.
8.
El
pádel es un deporte económico, ya que los precios de los alquileres de las
pistas no son excesivos y además el coste se divide entre cuatro. Se pueden
encontrar palas desde 50 €.
9.
Las
pistas de pádel miden 200 m2, es decir, son de reducidas dimensiones si las
comparamos con instalaciones para practicar otros deportes. Además el coste de
construcción de una pista de pádel no es desorbitado.
10. El reducido tamaño de la pista
y la baja inversión hace que sea la instalación ideal a implantar en una casa
con una pequeña parcela.
Así
que... todos a jugar al pádel!!!!
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