jueves, 10 de noviembre de 2011

The black power


La historia del deporte tiene infinidad de imágenes inolvidables. Sin duda, una de las más importantes tuvo lugar el 17 de octubre de 1968 en los Juegos Olímpicos de México. Durante la ceremonia de entrega de medallas de los 200 metros libres y mientras sonaba el himno de los Estados Unidos, Tommie Smith y John Carlos (medalla de oro con record mundial con 19,83 segundos el primero y de bronce el segundo) agacharon la cabeza y alzaron sus puños enfundados en sendos guantes negros. Peter Norman, atleta australiano que había conseguido la medalla de plata, se solidarizó con Smith y Carlos y se puso un botón del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos. Más tarde se supo que la idea de que llevaran un solo guante cada uno había sido sugerida por Norman, ya que John Carlos había olvidado su par.

 

Black Power es un slogan político asociado a varias ideologías y movimientos en defensa de los derechos de las personas de raza negra que surgió en Estados Unidos y que estuvo muy presente en la sociedad americana durante la década de los 60 y principios de los 70. El movimiento Black Power enfatizaba el orgullo racial, fomentaba los valores y costumbres de los ciudadanos negros, defendía sus derechos y promovía sus interese colectivos.


El ambiente que se respiraba en México DF durante la celebración de los Juegos Olímpicos del 68 era muy tenso. En 1965 abatieron a tiros a Malcom X, líder de las Panteras Negras, uno de los movimientos más beligerantes del Black Power. El 4 de abril de 1968 Martin Luther King, líder más carismático de la comunidad negra, fue asesinado y con su asesinato muchos de los sueños de cambio que tenían los negros americanos rodaron por los suelos. En la década de los 60 el racismo en Estados Unidos estaba muy exacerbado. Los estados del sur no podían eliminar los derechos de los negros, garantizados por la constitución, pero era común la segregación racial basada en la idea “Separated but Equal” (Separados pero iguales) que promulgaba otorgar ficticiamente las mismas oportunidades para blancos y negros, pero siempre de forma separada. Muchos deportistas estadounidenses discutieron durante el año anterior a la celebración de los Juegos de México DF sobre la conveniencia de participar en ellos o boicotearlos. El COI (Comité Olímpico Internacional) no tuvo más remedio que escuchar las muchas voces que se levantaron contra la participación de Rhodesia y Sudáfrica en los Juegos y les dejó fuera de la competición como sanción por la política segregacionista que imperaba en ellos.
Y de repente dos atletas negros, con sus negros puños en alto, enguantados en un guante negro se convirtieron en los auténticos protagonistas del Black Power. El mundo no pudo dejar de mirarlos durante unos segundos. El mundo se cayó del guindo y se dio cuenta de la gravísima situación racial que había en Estados Unidos y en otros muchos puntos del planeta. Aun así, Tommie Smith y John Carlos fueron sancionados y expulsados de la ciudad olímpica por mezclar política y deporte y fueron recibidos en su país como auténticos delincuentes. Sus amigos les fueron dando de lado, no encontraron trabajo durante años, recibieron amenazas de muerte, sus familiares fueron semiapartados de la sociedad. La mujer de John Carlos se suicidó. También Peter Norman, por el gesto de solidaridad que tuvo con sus compañeros de pódium, fue criticado por la prensa australiana, le hicieron el vacío y le hostigaron en el ámbito deportivo. A pesar de haberse clasificado para los Juegos Olímpicos de Munich 72, se le excluyó de la delegación y se truncó su carrera deportiva de cuajo.

Tommie Smith y John Carlos no eran activistas políticos y no tenían contacto con las Panteras Negras. Simplemente eran estudiantes de Sociología de la Universidad Estatal de San José que se sentían discriminados en el deporte y luchaban en contra del Apartheid (el oficial, de Sudáfrica y Rhodesia; y el silencioso, de su propio país). Peter Norman tampoco era especialmente activo políticamente, pero sí criticó la política australiana que restringía la inmigración de “no blancos”.
Probablemente a ellos no les mereciera la pena defender los derechos civiles y la igualdad de la raza negra, aunque es cierto que aun hoy Smith y Carlos se emocionan al ver las imágenes (Peter Norman murió en 2006), pero los negros estadounidenses de hoy en día tienen que estarles muy agradecidos, quizá tanto como a Malcom X o a Martin Luther King.


Y muy pocos les han pedido perdón y muy pocos les han dado las gracias. La Universidad Estatal de San José erigió un monumento en honor de Smith y Carlos, pero hay un hueco en el escalón del segundo clasificado que nadie ha llenado. Quizá algún día a alguién se le ocurra hacerlo.

Yo desde aquí, humildemente y en nombre de quien quiera unirse a este sentimiento, les pido mil perdones y les doy mil gracias, porque han hecho que el mundo hoy sea un poco mejor que ayer a través del deporte.

6 comentarios:

  1. Me ha parecido una gran entrada, Fernando. Me recuerda a un artículo que lei hace tiempo en la prensa. Era una entrevista a Jesse Owen, quien supongo todo el mundo conoce. Contaba que le parecía curioso cómo todo el mundo hablaba del palo que supuso para Hitler que un negro ganara la prueba de los 100 metros lisos en Berlín y cómo Hitler se ausentó de la ceremonia de entrega de medallas; y que sin embargo todo el mundo olvida o nadie menciona, que cuando volvió a los Estados Unidos ni él ni ningún otro negro laureado fue incluido entre los deportistas a los que recibió el Presidente (en aquel momento FDR). Lo que quiero decir es que conviene recordar cuanto más a menudo mejor, que en un pais que a mi juicio es la semilla de las libertades individuales, el racismo ha estado muy presente, no ya de hecho en la mente de sus ciudadanos; sino también de derecho en las instituciones públicas, el poder político y las leyes, hasta muy entrado el siglo XX.

    ResponderEliminar
  2. Vernon, muchas gracias por seguir comentando mis entradas. Efectivamente lo que pretendo con este artículo y con otros muchos que iré publicando es que no se olviden los hechos ocurridos y lo que había detrás de los mismos, sean positivos o negativos, sean más o menos importantes y trascendentales para la historia de la humanidad durante el último siglo.

    ResponderEliminar
  3. Cada vez que leo una cosa de estas me vuelvo a alegrar una vez más de que Obama sea negro y pienso: Hemos avanzado.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo, muchas gracias por tu comentario. Efectivamente es encomiable la actitud beligerante de muchos hombres ante las injusticias, ya que su lucha ha hecho avanzar a la humanidad.

    ResponderEliminar
  5. Otro ejemplo de solidaridad olímpica lo podemos encontrar en el consejo que Luz Long le dio a Owen para que adelantara el salto un par de centímetros, con el fin de evitar un tercer nulo que hubiera supuesto la descalificación del americano. Long sabía que cedía la medalla de oro, y a pesar de ello no dudó.

    Por cierto que Hitler sí saludó a Owen, como contó él mismo antes de morir. Lo que no hizo fue aplaudir a ningún medallista, por consejo del COI.

    ResponderEliminar
  6. Ysasmendi, muy buen comentario sobre el deporte y la solidaridad. En general son dos conceptos que van unidos.

    Me ha gustado la historia, así que me documentaré y haré un post sobre ella.

    Ya tenía pensado escribir de la grandísima hazaña de Jesee Owens. Hablaré de lo que sucedió con Hitler.

    Mil gracias,

    ResponderEliminar