jueves, 21 de marzo de 2013

Nadia Comaneci, el hada de Montreal


No creo equivocarme si afirmo que Nadia Comaneci es una de las más importantes deportistas de la historia y desde luego, la gimnasta más idolatrada y conocida. Haber sido la primera gimnasta en obtener una calificación de 10 puntos en una competición olímpica de gimnasia, la convirtió, desde ese mismo instante, en icono mundial.



Nadia Comaneci nació en Onesti (Rumanía) el 12 de noviembre de 1961. De familia humilde, como tantas otras niñas rumanas comenzó a practicar la gimnasia a los 6 años y ya con 7 años se convirtió en la primera gimnasta de su país. Además de poseer unas extraordinarias e innatas condiciones para la gimnasia deportiva, Nadia tenía una disciplina de hierro y una capacidad de trabajo excepcional. De forma casi inmediata fue reclutada por los entonces entrenadores del Equipo Nacional de Rumanía Bela Karolyi y su mujer Marta.

En 1971 obtiene su primer triunfo internacional en la Copa de la Amistad en Bulgaria, pero destaca al año siguiente en la Copa de las esperanzas olímpicas en  Sofía con sólo 11 años.

A los 13 años Nadia tuvo su primer gran éxito al ganar tres medallas de oro y una de plata en el Europeo de Skien (Noruega) de 1974 apabullando a las soviéticas que dominaban la gimnasia desde hacía varios años y superando a la pentacampeona de Europa Lyudmila Turishcheva. Además hay que recordar que Rumanía era, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, un país “satélite” de la URSS y que no estaba bien visto que deportistas no oficiales del régimen destacaran sobre los considerados oficiales, es decir, los deportistas soviéticos. Este primer desplante al “régimen” de Nadia le provocó algún que otro problema a lo largo de su carrera. Más adelante este problema se agudizó.

En 1975, durante las competiciones preolímpicas de Montreal 76, se alzó con la primera posición en la clasificación individual y la Associated Press la eligió Atleta del Año.

El 18 de julio de 1976 en los Juegos Olímpicos de Montreal, Nadia Comaneci, con tan solo 14 años, consiguió un 10 de valoración en el ejercicio de barras asimétricas individual y en ese instante nació una leyenda. Era la primera vez en la historia de unos Juegos Olímpicos en la que una gimnasta obtenía una nota perfecta. El marcador electrónico no estaba preparado para mostrar un 10.00 ya que sólo tenían tres cifras y por unos momentos el desconcierto reinó tanto en Nadia como en todo el equipo rumano, ya que la nota que aparecía en el marcador era 1.00. Según el criterio idealista de los jurados nunca había sido posible la obtención de una puntuación perfecta, pero con los ejercicios de Nadia no pudieron más que rendirse. 


Con el entusiasmo de haber inaugurado el 10 en la historia de la gimnasia, haciendo uso del físico con el que le había dotado la naturaleza (1,48 m de estatura y 40 Kg de peso), de la grandísima flexibilidad que poseía y del entrenamiento pro soviético  consiguió seis 10 más en los ejercicios de barra de equilibrios (3) en la que realizó un magnífico ejercicio con saltos totalmente innovadores para la época y en asimétricas individual (2) y por equipos (1), lo que le llevó a ganar cinco medallas, 3 de oro en las categorías de individual absoluta, con 0,600 puntos de ventaja sobre la segunda clasificada, en asimétricas y en barra, 1 de plata por equipos y 1 de bronce en suelo. Además fue cuarte en salto.

Y así, Nadia Comaneci se convirtió en aquel entonces en la medallista más joven de toda la historia de los Juegos ya que ganó su primera medalla de oro a los catorce años y trescientos trece días.

A su vuelta a Rumanía fue recibida como una auténtica heroína. El dictador Nicolae Ceaucescu mandó recibirla con honores dignos de una gloria nacional e hizo imprimir tarjetas postales con su cara y la nombró “héroe del trabajo socialista”. Además,  le regaló un pequeño Fiat, un chalet y una asignación mensual de 500 dólares.

Sin embargo, como no podía ser de otra manera, su cuerpo, se fue transformando y con el tiempo no era capaz de mantener el nivel de exigencia en los entrenamientos. Además sus hábitos alimenticios la llevan a ganar peso y a perder flexibilidad, y en los Campeonatos del Mundo de 1978 era ya una mujer que intentaba seguir manteniendo a toda costa un cuerpo de niña. Tan sólo obtiene el título en la barra de equilibrios.

>Pero a pesar de todo, Nadia siguió hacer historia y logró ganar tres Campeonatos de Europa consecutivos.

En los Juegos de Moscú 1980, Nadia, con 19 años, ya no era la misma. De hecho estuvo un tiempo inactiva y arrastraba un problema de ciática. Aun así, logró dos medallas de oro en suelo y en la barra de equilibrios y una de plata en el ejercicio individual. Incluso se afirma que la parcialidad de los jueces soviéticos le privó de más medallas.

El Campeonato Mundial Universitario disputado en 1981 en Bucarest fue su última aparición en una competición y se despidió con un gran éxito logrando el título por equipos.

Su vertiginosa carrera se produjo con un telón político de fondo siniestro y no pudo evitar convertirse en la bandera del régimen comunista de Nicolae Ceaucescu. Tras su retirada se acerca mucho al clan Ceaucescu e incluso mantiene una relación tormentosa y turbulenta con Nicu, el hijo menor del dictador, con lo que sus movimientos comenzaron a ser vigilados de manera estricta.

Desde 1984 a 1989 trabaja en la Federación Rumana de Gimnasia y participa en varios eventos tanto nacionales como internacionales y viaja con la delegación rumana a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles donde está tentada de solicitar asilo político tal y como lo habían hecho sus antiguos entrenadores Bela y Marta unos años antes, pero  finalmente regresó a Rumanía.

En 1989 se enamoró de Constantin Panait, un rumano que vivía en Florida. Las habladurías dicen que este hecho, junto con la gran aversión que forjó hacia la dictadura comunista provoca su rocambolesca huida de Rumanía cruzando a pie la frontera con Hungría con documentos falsificados, como si de una película de espías se tratase, tres días después de que el matrimonio Ceaucescu fuera ajusticiado en la Navidad de 1989. Pero por otra, se dice que escapó temerosa de que con la caída del régimen de Ceaucescu fuera reprendida por su cercanía al mismo. El hecho es que recaló en Estados Unidos, Panait volvió con su mujer y sus hijos y Nadia se trasladó a Montreal donde estuvo un año, para por fin aposentarse en Oklahoma con su nueva pareja, el también gimnasta Bart Conner con el que funda y promueve una escuela de gimnasia.

Entre sus logros cabe destacar lo siguiente:
  • Fue condecorada dos veces con la Orden Olímpica.
  • Fue la atleta más joven en recibir la Orden Olímpica cuando se la otorgaron por primera vez.
  • Fue nombrada como una de las cien mujeres más importantes del siglo XX.
  • Desde 1993 forma parte del International Gymnastics Hall of Fame.
  • Fue elegida en Rumanía la atleta más importante del país en una votación celebrada en 2006.
  • En 2007, fue elegida por el público rumano como la celebridad más importante del país.
  • Recibió el título del récord mundial en su deporte de la Academia de Récords Mundiales.
Se puede decir que hay un antes y un después de Nadia en la gimnasia, ya que  cambió la percepción de la gente por la gimnasia. Hasta ese momento el público sólo veía fuerza, potencia y velocidad, pero desde su maravillosa actuación comenzaron a ver ligereza, equilibrio, armonía y plasticidad. A Nadia siempre se le tendrá que atribuir este mérito, quizá el más trascendente pero el menos llamativo,  además de los muchos que he expuesto a lo largo del post.

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