lunes, 25 de marzo de 2013

El fútbol inglés (entrada dedicada a Jaime y Gonzalo)

Aunque quizá está en horas bajas, ya que ningún equipo inglés se ha clasificado para cuartos de final de la Champions, es evidente, y quien diga lo contrario no sabe de fútbol  que el fútbol inglés es especial. Por una parte hay que tener muy en cuenta que son los que inventaron el fútbol moderno y eso es importante. Pero en realidad eso no es lo que le hace diferente.




Lo que diferencia al fútbol inglés del fútbol que se juega en el resto del mundo es su nobleza. Como bien recordaréis de la entrada que publiqué el 25 de noviembre de 2011 sobre el Rugby, lo más importante, sin duda, de ese deporte son los valores que lo caracterizan: respeto, nobleza, coraje, lealtad, trabajo en equipo, solidaridad y compañerismo. Pues bien, el fútbol inglés también se ha caracterizado por varios de esos mismos valores, aunque es cierto que la llegada masiva de jugadores extranjeros ha matizado esta cultura que poco a poco va desapareciendo, pero de la que aún quedan gratas pinceladas. 

Pero además de la nobleza quiero destacar la velocidad, la fuerza y sobre todo la entrega y la lucha de los jugadores ingleses o de muchos de los extranjeros que juegan en la Premier League y que logran impregnarse de esos valores que en muchas de las demás ligas de Europa poco a poco van desapareciendo.

Los equipos ingleses podrán jugar mejor o peor, hacer un fútbol más o menos vistoso, crear más o menos oportunidades, pero lo que siempre les caracteriza, siempre, es que nunca se rinden, creen en la victoria y son capaces de sobreponerse a las adversidades.

Así han conseguido muchas de sus gestas y estoy seguro que seguirán consiguiéndolas.
Hay que destacar varios partidos épicos y varias remontadas de equipos ingleses en los últimos años, partidos que a cualquiera que le guste el fútbol no le han podido dejar indiferente. Desde luego yo los recuerdo con nitidez y con una sonrisa de oreja a oreja. 

Posiblemente, o mejor dicho, con total seguridad, el partido más importante para un club es la final de la Copa de Europa o Liga de Campeones y precisamente quiero destacar dos finales de Liga de Campeones en los que los protagonistas fueron equipos ingleses.

El 26 de mayo de 1999 tiene lugar en el Camp Nou de Barcelona la final de la Liga de Campeones entre el Manchester United y el Bayern de Munich. Noventa minutos que se transformarán en inolvidables.

Es una noche muy especial para muchos jugadores, pero especialmente para dos, uno de cada equipo. En el equipo inglés, Peter Schmeichel, con 35 años, afronta su último partido como portero del Manchester United y en el equipo alemán lo mismo le sucede a Lothar Mattäus, con 38 años. Ambos habían ganado casi todos los títulos posibles excepto la Champions. 

El Bayern de Mumich partía como favorito, ya que tanto Roy Keane como Paul Scholes, dos de los jugadores más importantes del United, no podían jugar la final por acumulación de tarjetas amarillas. 

En el minuto 6 de partido Mario Basler, de falta directa, ajusta un balón al poste izquierdo de Schmeichel y marca el primer gol de la final. Pero aun es muy pronto para que un equipo se de por vencido y más aun cuando el que pierde es un equipo inglés. Además llegó a la final habiendo sufrido en una semifinal complicadísima contra la Juventus de Turín (empataron a 1 en Old Trafford en el descuento y ganaron 2-3 en Turín después de remontar un 2-0 en el minuto 10).

Así, el Manchester United no bajó los brazos y se hizo con la posesión del balón y el Bayern aunque no apretó, ya que quería proteger la portería de Kahn con cuatro defensas y dos centrocampistas defensivos como Effemberg y Jeremies, tuvo las mejores oportunidades en las botas de Scholl y de Jancker, ambas murieron en el larguero. 

Mediada la segunda parte Alex Ferguson movió el banquillo. En el minuto 67 cambia al sueco Blomquist por el veterano Teddy Sheringham. Más tarde, ya en el minuto 81 hizo el cambio de Andy Cole por Ole Gunnar Solskjaer. Tanto Sheringham como Solskjaer tuvieron oportunidad de empatar el partido, pero el gol del empate no llegaba y se cumple el minuto 90 con el 1-0 en el marcador.

Mientras el cuarto árbitro enseña el cartel de 3 minutos de tiempo añadido, el presidente de la UEFA, Lennart Johansson dio la orden de decorar el trofeo con los colores del Bayern de Munich. 

Pero el United no se rindió, y llegó un corner que la hinchada inglesa casi celebró como un gol. David Beckham se disponía a sacarlo cuando vio que Schmeichel subió a rematar, sabiendo que tenía poco que perder, y precisamente hacia él iba el balón lanzado por Beckham, aunque sin éxito. York no consiguió rematar, y un defensor del Bayern se lo quitó de encima, de forma que, sin dueño, llegó a la frontal del área donde Giggs lo volvió a colgar y a tres metros de la portería, Sheringham lo empujó al fondo de las mallas.


Los seguidores ingleses se volvieron locos pensando que su equipo había conseguido forzar la prórroga y los alemanes se desesperaron. La cara de Matthäus, que había sido sustituido 10 minutos antes, era un auténtico poema y con toda probabilidad le pasaron por la cabeza las imágenes de la final de 1987 cuando el Oporto le arrebató la Copa al Bayern en apenas 4 minutos cuando sólo faltaban 13 minutos para el final.

Pero aun quedaba una memorable sorpresa. Nada más sacar del centro del campo, el Bayern perdió el balón, Neville, sin pensarlo dos veces pegó un pelotazo hacia delante que recogió Solskjaer y en su intento por realizar un centro al área provoca un nuevo corner. Beckham vuelve a ser el lanzador, pero esta vez encontró a Sheringham en el primer palo que peinó hacia el segundo donde Solskjaer materializa el segundo gol del United. Schmeichel lo celebró con una voltereta, Kuffour, desesperado comenzó a llorar y golpear el suelo, Jancker, destrozado se dejó caer. Con casi toda seguridad Matthäus decidió en ese mismo momento seguir un año más para volver a intentar ganar la Copa de Europa, aunque tampoco podrá ganarla el año siguiente, ya que, esta vez, será el Real Madrid el que elimine al Bayern de Munich en semifinales. Ironías del destino, un año más tardé puso rumbo a Estados Unidos y el Bayern ganó la final al Valencia.
 


El 25 de mayo de 2005, Liverpool y Milán pelearon por el trono de Europa en el Ataturk de Estambul ante más de 80.000 espectadores. 

El partido tuvo un inicio eléctrico e inesperado. A los 50 segundos el veterano Paolo Maldini empalmó un balón servido por Pirlo e hizo el 1-0, dejando helado tanto a jugadores como a seguidores del Liverpool.

El Milán, espoleado por el gol, tomó la iniciativa del partido y dominó el mismo durante los siguientes minutos. Kaka estuvo brillante y Shevchenko y Crespo en ataque creaban constante peligro. Precisamente en una gran jugada entre los tres se forjó el tercer gol: Kaka sobre Shevchenko, este sobre Crespo quien remata a gol en el minuto 39. El Liverpool estaba totalmente cao y justo antes del descanso, una gran jugada de Kaka la culminó otra vez Valdanito Crespo marcando el tercer gol para el Milán.

Parecía que la final estaba sentenciada. Además Benítez y algunos jugadores del Liverpool se fueron al vestuario totalmente desquiciados con el árbitro, el español Mejuto González, ya que interpretaron que no había sancionado un penalti por manos de Maldini. Para colmo de males Kewell se retiró lesionado y tras el descanso tuvo que salir en su lugar el australiano Smicer. 

Pero nada más lejos de la realidad. Benítez reestructuró el equipo y salió con un increíble espíritu de lucha, liderado por su gran figura, Stever Gerrard.

A los 10 minutos de la reanudación, el capitán marcó un gran gol de cabeza a pase de Riise. La rabia con la que celebró el gol pareció contagiar a sus compañeros y dos minutos más tarde, en el minuto 56, Smiccer, desde el borde del área logró un gol de un gran disparo, alimentando las esperanzas del Liverpool. 

Pero la apoteosis inglesa llegó 4 minutos más tarde y en el minuto 60, Genaro Gattuso derribó dentro del área al Steven Gerrard. Xabi Alonso se enfrentaba a uno de los mayores retos de su carrera, ya que tenía la responsabilidad de tirar el penalti para empatar la final. Dida adivino la intención de Alonso parando el penalti, pero en el despeje del portero lo pudo aprovechar para obtener el gol de la igualada.

Desde el minuto 60 al 90 el partido se ralentizó y se llegó a la prorroga que fue casi totalmente dominada por el Milán que tuvo varias oportunidades, pero Dudek, inspiradísimo, comenzó a convertirse en el héroe del equipo inglés. 


En los penaltis Dudek destacó por encima de todos. Con sus bailes al más puro estilo Grobbelaar logro poner nervioso a Serginho, que tiró fuera, a Pirlo a quien le detuvo la pena máxima y a Shevchenko, a quien le paró el penalti decisivo que dio el triunfo al Liverpool más español que se recuerda, con Xabi Alonso y Luis García de titulares, Josemi y Núñez en el banquillo y Morientes en la grada por no poder jugar la Champions. Benítez y sus pupilos lograron el milagro apoyados por la marea roja que acompañó al equipo en la final. Lograron dar la vuelta a un partido que en el descanso perdían por 3-0, lo que es muy complicado, más aun si el rival es un equipo italiano, más aun si el rival es un Milán plagado de estrellas.


Efectivamente, tal y como dice el himno que el Liverpool adoptó en 1945, nunca caminaron solos. Detrás tenían un grandísimo apoyo y el Spanish Liverpool no decepcionó. Yo soy parte de ese apoyo. Soy un gran fan del Liverpool y ese día fui feliz.

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